Señal de la Cruz
Padre Nuestro
Gloria
Jaculatoria: "Esta niña angelical de los cielos escogida, es la Reina concebida sin la culpa original"
¡Oh María santísima! elegida y destinada ab eterno por la
augustísima Trinidad para Madre del unigénito Hijo del Padre, anunciada por los
Profetas, esperada de los Patriarcas, y deseada de todas las gentes; sagrario y
templo vivo del Espíritu Santo, sol sin mancha, porque fuisteis concebida sin
pecado original, Señora del cielo y de la tierra, Reina de los Ángeles;
nosotros humildemente postrados os veneramos, y nos alegramos de la solemne
conmemoración anual de vuestro felicísimo Nacimiento; y de lo más íntimo de
nuestro corazón os suplicamos que os dignéis benigna venir a nacer
espiritualmente en nuestras almas, para que cautivadas estas por vuestra
amabilidad y dulzura, vivan siempre unidas a vuestro dulcísimo y amabilísimo
Corazón.
I. Ahora con nueve distintas salutaciones contemplaremos los
nueve meses que estuvisteis encerrada en el seno materno; diciéndoos que
oriunda de la Real prosapia de David, salisteis con grande honor a luz de las
entrañas de santa Ana vuestra afortunadísima madre. Avemaría.
II. Os saludamos, oh Niña celestial, paloma candidísima de
pureza, que a despecho del infernal dragón fuisteis concebida sin pecado
original. Avemaría.
III. Os saludamos, oh Aurora brillantísima, que, como
precursora del Sol de justicia, trajisteis la primera luz al mundo. Avemaría.
IV. Os saludamos, oh Elegida, que, cual sol sin mancha
alguna, despuntasteis en la noche más tenebrosa del pecado. Avemaría.
V. Os saludamos, oh bellísima Luna, que iluminasteis al
mundo envuelto en las más densas tinieblas del gentilismo. Avemaría.
VI. Os saludamos como a esforzada amazona, que sola, a
manera de un numeroso ejército, pusisteis en fuga a todo el infierno. Avemaría.
VII. Os saludamos, oh hermosa alma de María, a quien Dios
poseyó desde la eternidad. Avemaría.
VIII. Os saludamos, oh amada Niña, y veneramos vuestro
santísimo cuerpecito, los sagrados pañales en que fuisteis envuelta, y la
sagrada cuna en que estuvisteis acostada, y bendecimos el punto y momento en
que nacisteis. Avemaría.
IX. Os saludamos finalmente, oh amada Niña, como adornada de
todas las virtudes en grado inmensamente más elevado que los otros Santos, y
que, hecha digna Madre del Salvador, y habiendo concebido por virtud del
Espíritu Santo, nació de ti al Verbo
encarnado. Avemaría.
ORACIÓN FINAL
¡Oh graciosísima Niña! que con vuestro feliz nacimiento habéis consolado al mundo, alegrado al cielo y aterrado al infierno; habéis dado ayuda a los caídos, consuelo a los tristes, salud a los enfermos y alegría a todos; os suplicamos con los mas fervorosos afectos que renazcáis espiritualmente con vuestro santo amor en nuestras almas; renovad nuestro espíritu para que os sirvamos, encended de nuevo nuestro corazón para que os amemos; y haced florecer en nosotros aquellas virtudes con las que podamos hacernos siempre mas agradables a vuestros benignísimos ojos. ¡Oh María! Sed para nosotros María, haciéndonos experimentar los saludables efectos de vuestro suavísimo Nombre; sírvanos la invocación de este Nombre de alivio en los trabajos, de esperanza en los peligros, de escudo en las tentaciones, de aliento en la muerte. Sea el Nombre de María como la miel en la boca, la melodía en el oído, y el júbilo en el corazón. Así sea.
ORACIÓN FINAL
¡Oh graciosísima Niña! que con vuestro feliz nacimiento habéis consolado al mundo, alegrado al cielo y aterrado al infierno; habéis dado ayuda a los caídos, consuelo a los tristes, salud a los enfermos y alegría a todos; os suplicamos con los mas fervorosos afectos que renazcáis espiritualmente con vuestro santo amor en nuestras almas; renovad nuestro espíritu para que os sirvamos, encended de nuevo nuestro corazón para que os amemos; y haced florecer en nosotros aquellas virtudes con las que podamos hacernos siempre mas agradables a vuestros benignísimos ojos. ¡Oh María! Sed para nosotros María, haciéndonos experimentar los saludables efectos de vuestro suavísimo Nombre; sírvanos la invocación de este Nombre de alivio en los trabajos, de esperanza en los peligros, de escudo en las tentaciones, de aliento en la muerte. Sea el Nombre de María como la miel en la boca, la melodía en el oído, y el júbilo en el corazón. Así sea.
Promesas de la Divina Infantita:
La Santísima Virgen María hizo las siguientes promesas a San
Brígida, la Beata Catalina Emmerick, Sor Magdalena de San José y muchos otros
santos más:
*Cuando las mujeres embarazadas santifican la víspera del
día de su Nacimiento, ayunando y recitando con devoción nueve veces el Ave
María, en honor de los nueve meses que Ella había pasado en el seno de su
madre, y cuando renuevan con frecuencia este ejercicio de piedad en el curso de
su preñez y la víspera de su alumbramiento, acercándose con piedad a los
sacramentos, lleva Ella esas oraciones ante Dios y les obtiene un parto feliz,
aunque las condiciones se presenten difíciles.
*Quien en el día de hoy, (festividad del Nacimiento de La
Virgen 8 de setiembre...) por la tarde, recite con devoción nueve veces el Ave
María en honor de su permanencia de nueve meses en el seno de su madre (Santa
Ana) y de su nacimiento, y continúe durante nueve días este ejercicio de
piedad, da a los ángeles cada día nueve flores destinadas a formar un ramillete
que Ella recibe en el cielo y presenta a la Santísima Trinidad, con el fin de
obtener una gracia para la persona que ha dicho esas mismas oraciones.
*"CONCEDERÉ TODAS LAS GRACIAS QUE ME PIDAN LAS PERSONAS
QUE ME HONREN EN MI INFANCIA, PUES ES UNA DEVOCIÓN MUY OLVIDADA".
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